Jim ya está acabando su proyecto del sótano, y está colocando libros y más libros. Entre los libros ha aparecido el diario que escribí en el verano del 2001, cuando viajé sola en coche desde Madrid hasta un monasterio de Suecia para trabajar de voluntaria. Fueron 9 días en coche, durmiendo, comiendo...todo en el coche. Sólo me tomé un té en una gasolinera en Bélgica y me dejé el juego extra de llaves. Llevaba en el coche (un twingo) de todo...comida, bebida...hasta una tetera que funcionaba enchufándola al mechero del coche. Dormí en el twingo, lavaba la ropa en las fuentes de la carretera...un viaje inolvidable. Jim, que entonces era mi novio, me dijo que regresaría siendo una persona diferente y así fue.
Bueno, pues hoy he estado leyendo el diario que escribí para Jim y además del Mount Saint Michelle, que me impresionó muchísimo, mi segunda cosa favorita del viaje fue el puente Oresund, que une Suecia y Dinamarca. Hacía un día soleado maravilloso y yo iba por el puente y de pronto, iba por un túnel debajo del agua y podía ver el agua por encima de mí. Recuerdo que se me saltaron las lágrimas. También recuerdo que pensé que, con todo lo que me gusta el avión, nos perdemos muchas cosas con nuestra obsesión de llegar pronto a los sitios.
Aquel viaje fue importantísimo para mí, no sólo por el trabajo y la gente que conocí en Suecia, sino porque aprendí mucho de mí misma y de lo que soy capaz. Los daneses y suecos están muy orgullosos de su puente y es para estarlo, y yo estoy orgullosa porque crucé ese puente y muchos más yo sola con mi Twingo.